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El gran itinerario de estos movimientos espirituales pasa por Iberia (España), por los Pirineos y Andorra, llegando hasta el Sabarthez (Alto Ariège), donde las cincuenta y dos grutas y cavernas acogen por igual a creyentes y proscritos y sirven como centro de iniciación de los perfectos, puros o «bonshommes», los sacerdotes cátaros.
Los antiguos círculos druídicos, que los celtas mezclados con los íberos (los celtíberos) habían instalado en las planicies pirenaicas, recibieron a los primeros apóstoles gnósticos.
He aquí por qué cada alta planicie del Sabarthez vio la expansión de numerosas familias provenientes de la misma rama del Espíritu: los cátaros en el valle del Ariège, los rosacruces en el valle de Sem, los templarios, más adelante, en el valle de Vicdessos y el castillo de Montréal de Sos.
Las ‘Tres Iglesias’ de iniciación de los perfectos –Ussat, Ornolac, Bouan– y la Catedral de los albigenses, abren todavía sus amplias galerías a los visitantes llenos de admiración. |
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