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El Imperio del Amor en la tormenta |
Toulouse se convierte en la ciudad santa, pura, pero no dará su nombre al catarismo aquitano: este honor le pertenece a Albi. El Concilio de Lombers (1165) condenará bajo el nombre de albigenses a todas las sectas que se apartaban del dogma romano. De ahí la ‘cruzada de los albigenses’, para alcanzar la meta perseguida: ¡la destrucción del catarismo pirenaico, del maneísmo aquitano!
De este gran territorio aquitano, tras los horribles episodios de las cruzadas, nacerá una guirnalda de mujeres resplandecientes: Lampagie de Aquitania, Esclarmonde de Foix, Alasaïs de Carcasona, Indie de Alep, Melisanda de Trípoli; y a su lado, sus hermanos, los paladines del Espíritu, los caballeros del Consolador: Ramon-Roger de Foix, conocido como el Rolando Cátaro, Roger-Bernard de Foix, llamado el Grande, Loup de Foix, el Príncipe de la Casa condal de Foix que se volvió «Perfecto».. |
De los altos-lugares surgirán durante este período: Béziers, Minerva, Lavaur, Montségur, ¡el Sabarthez!
Pero los implacables Capetos, ávidos y sometidos a la iglesia de Roma, estrangularán, con su mano de plomo, la ingeniosa Aquitania, poética, caballeresca, amante de lo ideal.El Imperio de Amor de Occitania será cubierto, durante siglos, por un manto de olvido. El Santo Grial, por su parte, vivirá, siempre vivaz, y su eterno camino en Cristo nos conduce, siguiendo las huellas de nuestros abuelos, a visitar sus ciudades, sus casas solariegas, sus sepulcros; las grutas de los santos, las florestas de los ‘desdichados proscritos de los bosques’; los campos de batalla, la ruta de los cruzados. ¡La tierra... y el cielo son testigos incorruptibles...!
«¡Dios es Amor!»S
u hermoso grito ha quedado grabado sobre toda la tierra. |
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