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Con el pre-recuerdo como guía interior, Gadal sondeó lo que se presentaba ante él. Su búsqueda le mostró que las antiguas fraternidades cristianas, hasta los cátaros, y después de ellos, habían buscado alcanzar el Reino del Espíritu o de la Luz, y que el camino que habían recorrido presentaba en todas partes las mismas características.
Descubrió que todos estos hombres y mujeres, estos grupos, a veces muy alejados unos de otros, separados por siglos, habían orientado sus esfuerzos en el mismo sentido, habían realizado las mismas experiencias, habían alcanzado los mismos descubrimientos y habían sufrido calumnias y persecuciones.
Todos, en un momento dado, se habían unido a la misma corriente espiritual irresistible, sin comienzo ni fin, al “Paráclito”, como la llamaban los cátaros.
Todos habían bebido de la misma fuente.
Dicha fuente debía ser liberada si se quería comprender en profundidad la epopeya cátara. Esto se impuso en A. Gadal con tal fuerza que no dejó de compartir con los demás los frutos de su intuición.
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