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Un hombre con pre-recuerdo |
Gadal intuía que tras historia oficial, se leían las señales innegables de la presencia de una profunda corriente espiritual que se había intentado hacer desaparecer.
Detrás del trágico desarrollo de los acontecimientos históricos, percibía una aventura completamente distinta, esta vez espiritual, en la que cada personaje, cada lugar, vestigio o nombre, constituía una señal, una etapa de una búsqueda espiritual: la búsqueda del Reino del Espíritu.
Vivía atormentado por el “pre-recuerdo” cátaro. El pre-recuerdo es un término gnóstico que evoca la idea de una unión subconsciente con la realidad de un mundo interior, espiritual, más allá de las apariencias. Un reino de luz perdido y olvidado.
Antonín Gadal buscó las huellas de lo que presentía como algo inmenso. Profundamente intuitivo, este hombre de corazón liberó el espíritu profundo del catarismo, y reveló algunos aspectos esenciales del camino iniciático de los “Perfectos”, del que trazó las etapas. En el valle del Ariège, los vestigios, lugares y símbolos que puso a la luz le permitieron evidenciar lo que se convino en llamar “santuarios cátaros”.
El anciano patriarca del Sabartez, A. Garrigou, supo inflamar muy pronto en el joven Gadal este “pre-recuerdo” consciente. Pensaba haber encontrado en él un digno sucesor, capaz de salvaguardar una parte de esta herencia de sabiduría cátara. Cuando murió, sus secretos no desaparecieron con él en la tumba: ya había formado, “iniciado”, a su discípulo.
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