Antonin Gadal
La obra de un hombre inspirado por el Espíritu
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El martirologio cátaro


Si algunos cientos de mártires cristianos del primer siglo del Imperio Romano fueron un ejemplo, ¿qué decir entonces de los tres mil mártires cátaros?

En 1022, las primeras hogueras se encendieron en Orleáns, en Champaña y en Milán.

Mucho antes de que se desencadenase la «cruzada», ya se habían producido quemas colectivas en la hoguera en Toulouse, Colonia, Lieja.


En 1209, las llamas del odio se elevaban en toda Aquitania, El Languedoc y Champaña:



180 Perfectos en el Mont Aimé,

400 Perfectos en Lavaur, más tarde otros 50 todavía,

140 Perfectos en Minerve, 80 Perfectos en Agen,

94 Perfectos en las Cassès,

210 Perfectos en Moissac, (por sólo citar Francia)


Comunidades cátaras enteras fueron diezmadas, perseguidas, en toda Europa: Languedoc, Norte de Francia, Anvers, Colonia, Londres, Oxford, Estrasburgo, Aix-la-Chapelle, Italia del norte y del sur, etc. Innumerable hogueras de Flandes, Renania, Lombardía, culminan en el odioso espectáculo de Verona donde doscientos cátaros, siguiendo el ejemplo de los primeros cristianos de Roma, ¡fueron quemados en las arenas del circo!

¡Y Montségur! ¡Montségur, por siempre faro del «puro amor cristiano», donde 215 Perfectos cantando en las llamas han dejado una huella indeleble en el alma occitana!

La cruzada contra los cátaros se vuelve desde 1209 un verdadero genocidio contra el pueblo que protege a sus "perfectos". Poblaciones enteras fueron exterminadas con el filo de la espada:

Béziers (20 000 muertos), Marmande (6 000 muertos), ciudades incendiadas, cosechas y bosques aniquilados.

Una iglesia «embriagada con la sangre de los Santos y de los Mártires de Jesucristo», victoriosa, pero ¡a qué precio!, deja el país desfigurado, arruinado.

Si este «crimen contra el Espíritu» marca para siempre a sus autores, el sacrificio de alma de los Perfectos deja en nuestra conciencia la huella luminosa del ejemplo más noble que existe.


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