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Los albigenses, nombre consagrado por las cruzadas, son pues una rama de la Iglesia de Mani y del Paráclito (Mani, del latín mens, o espíritu, spiritus; de ahí, ‘Manes, Maniqueo, Mani, Maniqueos’). No hay que confundir, como a menudo ocurrió en los Concilios que querían deshacerse de los cátaros y de los ‘albigenses’, el ‘maneísmo’ y el ‘maniqueísmo’.
Marcos de Menfis, Pablo de Armenia, no son discípulos de Manes. Provienen del catarismo de Montan (140), que pasó por la Escuela de Alejandría en la que hemos visto la más trascendente teosofía del mundo griego, y reencontrando las más amplias síntesis religiosas del mundo hindú’, enriqueció el cristianismo en sus orígenes. |
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